-
Arquitectos: Daniel Moreno Flores, Santiago Vaca Jaramillo
- Área: 1152 m²
- Año: 2019
-
Fotografías:Bicubik Photography
Descripción enviada por el equipo del proyecto. La casa rehabilitada e intervenida tiene alrededor de 70 años, es una casa patrimonial que ha sido testigo de la transformación del barrio y la ciudad. Por sus espacios han frecuentado muchísimas voluntades, por tal motivo sus paredes guardan huellas de eventos humanos realizados a lo largo del tiempo: el tiempo inicial, una fábrica de café Moca (±1950), posteriormente una fábrica cultural -Pobre Diablo y conteiner- (2000 y 2017), y el tiempo actual que incluye una fábrica del conocimiento -Impaqto La Floresta- (coworking), una galería y un restaurante -Terra- (2019). El proyecto arquitectónico indago en estos tiempos, los respeto y los enfatizo, integrándolos como un palimpsesto (manuscrito que conserva huellas de otra escritura anterior).
La memoria colectiva necesita de interlocutores que fomenten la valoración histórica, que nos permitan entender los acontecimientos humanos. El estudio de este proyecto nos ha permitido recordar, evidenciar y transmitir situaciones pasadas íntimamente relacionadas con lógicas de utilización.
Como motor de proyecto decidimos fijar los siguientes temas. Detectives forenses desde el lugar. Tal cual, como una escena del crimen, se identificó cada mínima particularidad. Siendo conscientes de las temporalidades, las sutilezas, de lo evidente y lo oculto. Para conseguir esta asimilación, nos detuvimos y de manera vivencial y estratégica nos fuimos a vivir ahí. Por medio de la observación y el tacto entendimos todas las complejidades del espacio. Las pistas que la edificación nos proveía, nos permitieron plantear soluciones contundentes, sin transformar el lugar, más bien, dialogando con lo existente y potenciandolo.
Hacer con la mano. Fue un proceso creativo de hacer y pensar con las manos, a la mano la sentimos como una gran herramienta honorable, que requiere procesos minuciosos, atención, concentración y mucha curiosidad.
Artesano como parte del equipo. En etapa de diseño picamos paredes, cortamos elementos, descubrimos materiales e incluso planteamos soluciones desde el trabajo artesanal. Realizamos prototipos y pruebas de procesos constructivos, en un contacto directo con la materia mientras pensábamos sobre el proyecto.
Hitos como eventos. Nos planteamos un reto que supere a la arquitectura como único fin, incorporando temáticas y actividades que permitan enriquecer la vivencia procesual. Abrimos las puertas a la ciudadanía como metodología de proyecto. Cohesión barrial. Las actividades que desarrollamos durante la etapa de diseño reconocían el impacto social colectivo del lugar en el territorio, por tal motivo establecían puentes.
Diálogos que eleven las ideas. Fomentamos encuentros estratégicos, como un taller abierto que recibió a ciudadanos, usuarios, emprendedores, actores culturales, representantes barriales, gestores de desechos líquidos, etc.
Concientización para todos. Se acciono sobre la idea de las buenas prácticas, en el manejo y gestión de los propios recursos, además del impacto ambiental que genera el edificio y la incidencia de él en los procesos urbanos. Se planteó evitar quitar, respetar su esencia, su tiempo y sus circunstancias materiales, ocupar sus demoliciones, conservar sus plantas y árboles, filtrar los desechos líquidos por medio de especies vegetales e incluso se planteó grandes contenedores de agua lluvia (estos 2 últimos en diseño).
El proyecto busca un enfoque crítico sobre las existencias y la relación con su territorio. El espíritu de este proyecto es hacer un llamado a la acción ciudadana, frente a las lógicas de desarrollo contemporáneo.